Resfrío
Clásico color de tus pupilas que subyacen en tu esencia. El calmo y sinuoso camino de tu laberinto me llena de diamantes que acuden a mi paso. Todo se sacude, hasta la misma tierra, en un parpadear de tu voz, mientras me escabullo tras tus minas y sereno los temblores de mi cabello impúdico. Suenan tambores a lo lejos, volutas de humo crecen, mientras me pregunto que habrá esta noche en mi plato. Como estrella fugaz, veo consumirse los cielos en una caja de invernaderos viejos, todo se absorbe hacia el foco de la llama, hacia el cénit del sonido, la tela del tambor... Mientras tanto, se rompe la delicada película de tus párpados, para incrustarme de nuevo en tus pupilas, casi como cinta de Moebius, sin derecho, sin revés. Es el camino que arrastra, porque jamás sabemos su destino, mientras la maldita succión del invernadero se vuelve más y más poderosa. Una lengua de fuego se aventura fuera, para ser atrapada nuevamente en la marea infernal de los cielos... Desde ese lodo, todo se ve negro... Calor, sonidos, gustos, aromas... Una inmensa ciudad habitada por sensaciones.